Hanna Niittymäki es una profesional de la educación finlandesa especializada en educación para la paz, educación global, diversidad y formación en igualdad y escritura. Ha estado capacitando particularmente a otros educadores en Finlandia sobre estos temas desde 2015. En 2021, Niittymäki también publicó una colección de ensayos que explora lo que significa ser un ser humano ético en nuestro tiempo, basándose en su propia experiencia en el campo educativo.

¿Cómo terminaste trabajando en educación para la paz?

Supongo que se podría decir que la paz siempre ha sido algo que me ha parecido importante. Mis padres estaban involucrados en el movimiento por la paz cuando yo era un niño, por lo que tuvo un gran impacto en mí.

Durante mucho tiempo, resistí la tentación de convertirme en educadora, pero luego cedí y estudié para ser maestra. Primero, trabajé como maestra de clase y luego como maestra de necesidades especiales durante años. Mirando hacia atrás ahora, mucho de lo que hice en mis años de enseñanza fue lo que ahora definiría como educación para la paz; simplemente no pensé en eso en ese momento.

¿Qué es, según tu criterio, la educación para la paz?

¡Esta es una pregunta muy interesante! Al menos en Finlandia, creo que el término ha pasado de moda desde la década de 1980 y conlleva algunas connotaciones políticas obsoletas.

En mi opinión, sin embargo, la educación para la paz implica muchas cosas que otros podrían no etiquetar automáticamente como “educación para la paz”. Puede ser, por ejemplo, aprender sobre la compasión y la empatía, la cualidad de ser dialógico y las habilidades de mediación. En mi definición, la educación para la paz también incluye aprender a no discriminar a nadie por motivos de edad, origen, género, nacionalidad, idioma, religión, opiniones políticas, salud, discapacidad u orientación sexual, por ejemplo.

También me gusta pensar que la educación global y la educación ambiental están profundamente interrelacionadas y son parte integral de la educación para la paz. Por definición, la educación para la paz se trata de aprender a vivir en armonía no solo con uno mismo y las personas cercanas a uno, sino también con los humanos del otro lado del mundo y el entorno natural que habitamos.

¿Podrías describir cuál es el típico trabajo que haces con adultos?

Una gran parte de mi trabajo es formar a adultos, particularmente educadores y personas que trabajan en varias organizaciones no gubernamentales. Recientemente, he estado formando a maestros de escuela primaria sobre el trabajo por la igualdad y a maestros de escuelas vocacionales sobre competencias de empatía y compasión. Esto es bastante típico de mi trabajo en el sentido de que normalmente la formación que realizo con adultos gira en torno a los valores de una forma u otra.

También he formado a autoridades como la policía finlandesa y el servicio de inteligencia de seguridad finlandés; creo que las personas que trabajan en posiciones de poder en relación con los derechos y la libertad de los demás necesitan particularmente este tipo de capacitación.

Las herramientas que utilizo incluyen material que desafía el pensamiento normativo eurocéntrico y blanco, ejercicios para identificar diferentes tipos de privilegios y paseos críticos, solo por nombrar algunos. Recientemente diseñé la “academia de desobediencia” para el Comité de Paz de Finlandia. La academia ofrece talleres, capacitación y creación de redes para jóvenes interesados en el trabajo de ciudadanía activa, defensa y activismo.

En general, los adultos son los que tienen más poder y toman la mayoría de las decisiones en este mundo, por lo que creo que todos los adultos necesitan mucho la educación para la paz. El desafío es que, como adultos, a menudo tendemos a pensar que ya sabemos cómo operar en el mundo; generalmente, es más difícil para las personas reevaluar su comportamiento o actitudes cuando son mayores.

Puede ser muy incómodo enfrentarse al propio privilegio. Si hablo sobre el tipo de privilegio que proporciona ser blanco o heterosexual en la vida, por ejemplo, las personas podrían decir que comienzan a sentirse muy avergonzadas. Siempre digo que no hay necesidad de sentir vergüenza; sin embargo, es importante ser consciente y reconocer las realidades.

En algunas personas, sentirse incómodo se traduce en una actitud defensiva. Con esas reacciones, es mi trabajo asegurar que la situación siga siendo respetuosa y que nadie use un lenguaje ofensivo o discriminatorio, por ejemplo.

Trato de enseñar con el ejemplo y soy muy abierta con las cosas sobre las que necesito aprender más. Por ejemplo, soy muy habladora y no soy la mejor oyente, pero estoy tratando conscientemente de desarrollar esa parte de mí misma.

¿Qué tipo de cambio consideras que puedes lograr a través de tu trabajo?

No creo que las personas, especialmente los adultos, cambien repentinamente por completo su forma de pensar. Tampoco es mi objetivo hacer eso. Sin embargo, la educación para la paz puede proporcionar un espacio importante para detenerse y reflexionar sobre algunas cosas más importantes.

La mayoría de mis sesiones de formación comienzan mirando hacia adentro. Creo firmemente que cuando se habla de igualdad o equidad, por ejemplo, es clave comenzar a aprender examinando primero sus propios puntos de vista y posición en el mundo. Si tuviera que preguntarle a un grupo de personas si aceptan la violencia o la discriminación, lo más probable es que todos simplemente digan que no; sin embargo, la mayoría de nosotros tenemos algunas creencias discriminatorias.

¿Cómo ves la actual situación del mundo y de la guerra en Ucrania? ¿Qué consideras que puede ofrecer la educación para la paz en estos tiempos volátiles?

Tengo sentimientos muy encontrados sobre la guerra actual y en particular sobre la respuesta a ella en Europa. Obviamente, es genial ver cuán fuerte ha sido el deseo colectivo de ayudar con países que acogen a refugiados ucranianos y personas que donan grandes sumas de dinero. Al mismo tiempo, espero que aprendamos de esto y recordemos el poder del apoyo colectivo también la próxima vez que tengamos refugiados que vengan de países fuera de Europa.

Habiendo dicho eso, creo que este es un buen momento para trabajar en nuestras habilidades de empatía. Está científicamente comprobado que nos resulta más fácil empatizar con alguien que está más cerca de nosotros y se nos parece en algunos aspectos. Pero como toda habilidad, la empatía también se puede desarrollar, y podemos aprender a expandirla a más personas.

También creo que es importante para la mayoría de la gente poder tener discusiones abiertas sobre lo que está pasando en la guerra. Sin embargo, los temas políticos y sociales también pueden conducir fácilmente a conflictos. Por lo tanto, sugeriría organizar conversaciones facilitadas para mantener la discusión segura y pacífica para todos.