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Educo desde lo que soy

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Soraya Veronica Medina Fuentes

Educación consciente, Educación desde el Ser, Modelos educativo

Educar desde lo que SOMOS, y no solo lo que sabemos, es un acto de consciencia, amor y valor. La educación consciente siempre ha sido una opción, en estos momentos de la humanidad es una necesidad. Vivimos cambios cada vez más acelerados y no contamos con herramientas de educación emocional. Si no transformamos nuestras miradas, como educadores estamos destinados a repetir patrones que ya no dan respuestas y aportan muy poco o nada a los desafíos con los que se enfrenta la juventud actual.  

¿Conciencia o Consciencia?

Aunque parece que hablamos de lo mismo, queremos considerar una diferencia significativa desde la línea de educación que estamos proponiendo.

Conciencia: Está relacionada con un deber ser, por ejemplo: “Tengo la consciencia tranquila” Hace referencia a una ética y moral externa. También es común escuchar la frase: “Actué bien, de manera recta…" Observamos en estos ejemplos que el conocimiento está basado en patrones, creencias, teoría o valores tomados de la familia, religión o la cultura… y han sido repetidos de generación en generación.

Consciencia: Supone una introspección y desde allí la conexión con lo externo, ejemplo: “Comprendo lo que te ocurre, puedo ponerme en tu lugar”. El conocimiento está interiorizado, experimentado… lo cual lleva a despertar a una nueva realidad, sentida y creada a partir de ese nuevo conocimiento. Es solo desde aquí que podemos reinventarnos y transformarnos. Esta consciencia se construye cuando se toma contacto con el sentir, esto lleva a cuestionar lo establecido, interiorizarlo para desde allí, desde esa experimentación, transformarlo.

Cuando se busca estar en consciencia no se trata de soltar todas las creencias y patrones con los que has vivido toda la vida. Es imposible. La consciencia se da dentro un proceso individual, de preguntarse, indagarse a sí mismo, darse cuenta de que las situaciones pueden ser vividas de manera diferente, se comprende el malestar de sí mismo y de otras personas, donde se toman decisiones en lugar de quejarse, pues el cuestionamiento lleva a una nueva respuesta individual y social que suele estar fuera del marco esperado.  

Cuando el educador está viviendo este proceso de toma de consciencia; es el primero en mirar sus errores, reconocerlos y aprender de ellos, comprende sus sentimientos, es observador de sus pensamientos, conduciéndolos a que cada vez más sean expresión de una sabiduría interna y menos el reflejo del constructo  externo. Cuando esto ocurre en un educador, ya está siendo el referente que necesitan sus alumnos para encontrar su propia identidad, no la que el profesor o el sistema le quiere imponer.

A continuación les comparto una comparación entre lo que sería el viejo paradigma y la propuesta que hacemos, donde en forma esquemática exponemos a lo que invitamos con Educar desde el Ser. No es un esquema estático, cada quien puede irla enriqueciendo con su experiencia.

Educación en el viejo paradigma

Educación desde el ser

Se basa en la obediencia

Se basa en asumir la responsabilidad de sí mismo, aprender a aprender

Busca la uniformidad

Busca la unidad, desde la aceptación de las diferencias

El profesor tiene la respuesta

El hijo/a – estudiante tiene la pregunta y la respuesta

El profesor ordena

El profesor es un guía, inspira, escucha, es empático

Se estimula el hemisferio izquierdo

Equilibrio entre hemisferio izquierdo y derecho

Se castiga los errores

Los errores son oportunidades de aprendizaje

Se castra la autoestima

Se potencia la autoestima – Se validan necesidades

Se mutila la confianza

Valida la confianza en la Vida y en las capacidades de cada persona

Desconexión con las emociones y procesos mentales

Acompañamiento emocional y equilibrio mental

Pedagogía homogénea

Pedagogía individualizada

Se limita la creatividad

Se  valora y estimula la creatividad

Se promueve la competencia

Se asume la cooperación y legitimidad del otro, como la forma de relacionarnos con todos los seres vivos

Se evaden los conflictos

El manejo de conflictos y hacerse responsable de las consecuencias de las decisiones son parte de la vida

La felicidad está vinculada al tener (tener una profesión, una casa… )

La felicidad está vinculada a un estado del Ser y el aporte al bien común

El problema está afuera (alumno, hijo, profe)

Lo que ocurre afuera es un síntoma. Requiere mirar al interior para comprenderlo. La sociedad es vista como una sala de espejos.

Claves para conectar desde el SER tanto en casa como en la escuela.

  1. Estar presente De SER a SER. Estar con ellos y ellas, atenderlos ¿Qué necesitan nuestros hijos/alumnos de nosotras? No se trata de compartir el mismo espacio en la cocina o viendo la tele. Se trata de conectar, de intimar.

    Saludarlos individualmente, con una pregunta cercana, escuchar atentamente, mirar a la cara. Por ejemplo, si estas escribiendo en la pizarra y alguien pregunta algo, dejar lo que haces y responder con empatía. Esto se puede hacer tanto presencial como virtual. Desde el primer día que se encuentran alumno-profesor.

     

  2. Validar sus necesidades y emociones. Que nuestros hijos se sientan escuchados. Esto suele costar un poco porque nosotras no fuimos escuchadas y no se validaron nuestras necesidades y emociones en nuestra infancia. Tenemos que respirar y dejarnos sentir desde esa niña que fuimos para sentir la necesidad y emoción que nuestros niños piden que se les satisfaga o valide. Duele dar lo que no tuvimos. Sin embargo, cuando lo damos, aprendemos mucho de ello.

    Cuando fuimos niños y niñas fuimos víctimas y muchas veces tuvimos que dejar de lado nuestras necesidades, por ejemplo de ser acompañados, por buscar la mirada de mamá o papá.

    Les comparto una experiencia: Yo soñaba con que mi madre me fuera a buscar al colegio, ella no podía hacerlo, no estaba conmigo en muchos años de mi infancia… algunas veces tenía peleas con otras chicas en la salida, fue mucho después cuando me di cuenta del vacío que sentía al ver a otros chicos que su madre los iba a buscar, les daba un abrazo al recibirlos y a mí no. Comprendí la rabia que había en mi y la expresaba haciendo daño a otros. ¿Les suena esto familiar?

     

  3. Honestidad con nuestros sentimientos. Expresar nuestro sentir, no mentirles a nuestros hijos o alumnos. Reconocer el dolor, la tristeza, la rabia y hacerse responsables de estos sentimientos. Solemos gritarle o controlarles sin explicarles nuestros motivos.

    Cuando no estamos acostumbradas a validar nuestras necesidades o emociones, las escondemos. Nos han enseñado que tenemos que dejar las emociones en la puerta del salón de clase… Esto tenemos que desmitificarlo, esto es parte de una cultura que ha sido deshonesta con sus propias emociones y necesidades.

    No ser honestos con nuestras emociones es la mayor causa de estrés… ¡¡¡A mayor represión mayor explosión!!!

     

  4. Crear una comunicación conectiva con intimidad emocional. Sin juicios, sin culpas… ¿Qué saben tus hijos de ti? ¿De tus sentimientos de niñas? ¿De tu relación con tus padres?

    Imagínense un día de clase después de haber recibido una noticia dolorosa sobre un ser querido, ese día le explicamos cómo nos sentimos, lo que significa esa persona en mi vida, lo mucho que la quiero y lo que me duele que está pasando por esa situación. Enseguida el grupo activa su empatía hacia el sentimiento de la profe… Estas trabajando y siendo ejemplo del uso de la inteligencia emocional.

     

  5. Confiar en la vida y la naturaleza humana. Se trata de recuperar lo perdido, escuchar con el corazón, desarrollar nuestra intuición natural.

    Cuando confías en la vida, el miedo se desvanece. Imagínese que una planta le diga a la otra “Tengo miedo de no ser tan fuerte y grande como tú”. ¿Una rosa le diga a una margarita? "Quisiera tener los pétalos tan abiertos como los tuyos". No pasa eso, porque la vida confía, la vida siempre te dará lo mejor.

    Cuando yo viví la experiencia de trascender un cáncer, intuí que este sería un ejercicio de la vida para comprender esta máxima que siempre me acompaña. “La vida siempre quiere lo mejor para ti”. Esto implica también tener una relación diferente con la muerte, pues la muerte del cuerpo es parte de la vida.  La consciencia de unidad con la vida, ayuda a relacionarnos con la muerte sin miedos.

     

  6. Ser el cambio que quieres ver. Nada vale más que el ejemplo, la actitud de querer cambiar. De aprender de los errores, de crecer cada día un poquito más.

    Ser observador permanente de tus pensamientos y emociones, es la vía para accionar en lugar de reaccionar. Tenemos que hacernos responsables de nosotros mismos. NO sirve de nada seguir poniendo culpables afuera: los padres, las situaciones vividas “es que tú no viviste lo que yo viví“. No nos sigamos haciendo daño, ese daño que nos hacemos se lo transmitimos a nuestros hijos.

    Convertirnos en el cambio que queremos ver, es la forma de romper la cadena transgeneracional. Imaginemos que podemos ser esa persona que vinimos a ser expresando nuestros talentos, emociones, siendo amorosas con nosotros y con los otros. Si esto es posible el cambio en tu siguiente generación es diferente, si esto lo puedes hacer con tus hijos, tus hijos lo harán con sus hijos. No cambiamos el mundo reclamando que otros lo hagan, cambiamos el mundo cuando empezamos nosotros a hacerlo.

     

  7. Permitir que el niño/a o adolescente sea el protagonista de su vida. Que pueda expresarse con honestidad, sin la presión acerca de lo que esperan los mayores. Darles la oportunidad de investigar, crear, construir sus historias, decidir lo que le gusta y lo que no.

    Cómo no hemos sido protagonista de nuestras vidas, nos cuesta permitir que los niños y jóvenes lo sean. “Duele y cuesta mucho dar lo que no se ha tenido”.

    Sientes que pierdes autoridad o el respeto, que luego te van a manipular, que él o ella no tiene la experiencia suficiente para decidir. Todo esto es parte de los patrones de crianza y educación que has tenido, de las limitaciones que te has impuesto y te han hecho insegura.

    Para acompañar a tus hijos y alumnos a ser protagonistas de su vida, tienes que ser tu protagonista de la tuya.

¿Qué hace falta para que podamos SER un educador, madre, padre consciente?

  • Conocerse a sí mismo: Reconocer las caretas o personajes que cada uno de nosotros hemos tenido que ponernos para relacionarnos en la sociedad que vivimos. Existen muchas vías para empezar a conocerse. Les invito a investigar, a buscar apoyo terapéutico si hace falta. Tal vez que toda persona alguna vez en su vida debería hacer un proceso terapéutico para encontrarse consigo mismo. Desde los griegos esto es una premisa. “Conócete a ti mismo y conocerás el mundo”. Se dice fácil. Hay que ponerse en ello.
  • Ser observador permanente de tus pensamientos y emociones. Adquirir hábitos de auto escucha constante, para que no reacciones en automático. Si no controlas tus pensamiento lo que llega a tu mente es lo que la sociedad o el mundo externo te demanda y no lo que desde tu interior quisieras. Cada persona puede decidir los pensamientos y emociones que desea tener y con los quiere vivir para alcanzar las metas que desea.
  • Revisar las creencias que controlan tus decisiones, especialmente las creencias limitantes. Estas están basadas en patrones tomados de padres y ancestros que han estado presentes de generación en generación.
  • Revisar la relación que tuviste y actualmente sigues teniendo con tus padres. Ponerse en contacto con ese niño, niña que fuiste y el tipo de padre o madre que tuviste, las carencias, las necesidades no cubiertas… para soltar sin juicio y con aceptación esa persona que moldearon tus padres. ¿Es esa la persona que ahora quieres ser?
  • Tener una proyecto de vida coherente con la vida que quieres tener. Si estás haciendo algo que no quieres, estás cansado o cansada de la vida que llevas, bien sea en tu profesión, con tu pareja, con tu familia, tus amigos… Es el momento de revisar y buscar plantearte los cambios que deseas.

La felicidad es un estado de Ser, que cada quien lo decide. No se trata esperar algún día que me gane la lotería, o que el país cambie, o que la pareja cambie. Se trata de ver qué estoy haciendo en este instante para que ocurra lo que quiero que ocurra. Tú eres el único, la única responsable de tu vida y por tanto de tu felicidad

El mayor regalo que puede tener un niño, adolescente o joven es contar con el acompañamiento de adultos felices, consciente de sí mismos, capaces de dar y recibir amor en la práctica diaria. No solo para decir te quiero, que también es importante, si no para acompañar y ser empático con el sentimiento de estos niños, adolescentes y jóvenes de su vida.

“De cada uno de nosotros depende el mundo que le queremos dejar a nuestros hijos y nietos, desde una mayor consciencia es posible ver los cambios en una o dos generaciones”.

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