Este curso he tenido la suerte de tener de compañera de trabajo a una ceutí de origen marroquí. Durante los descansos laborales he compartido con ella interesantes charlas sobre la historia cotidiana de Ceuta, que me despertó el interés por conocer cómo habría sido el pasado ceutí de una niña musulmana residente en la parte cristiana de la ciudad. Como en Ceuta residimos una importante población de otras comunidades autónomas que desconocemos la intrahistoria local, me ha parecido interesante compartir algunos datos que me sorprendieron.

Mi compañera nació en Ceuta a finales de los años 60, hija de madre marroquí y padre ceutí, ambos musulmanes. De pequeña vivió en los pisos del “Patio Páramo”, en la subida al Monte Hach. La educación preescolar de 3 a 6 años la cursó en la guardería Los Pinos, que era una casa particular de 2 o 3 aulas y 1 patio con muchos juguetes. 

“Era una buena guardería. Recuerdo que lloraba muchísimo a la entrada porque yo era hija única y estaba muy aferrada a mi madre; allí me consolaban bastante”.

De ahí pasó al Colegio Público de La Marina para estudiar la E.G.B. Ella era la única niña musulmana de su grupo. 

“Yo estaba muy integrada con las niñas y niños cristianos. Nunca tuve ningún problema. Mi madre no sabía leer; las notas de clase se las llevaba a un vecino para que se las leyera. Yo era muy buena estudiante, pero en mi época, a pesar de nacer en Ceuta no tenía la nacionalidad española, y, por tanto, no teníamos derecho a beca de estudios, tampoco a la compra de vivienda ni a la sanidad. Sólo podíamos alquilar y tener acceso a la beneficencia. Nuestras becas nos la daban Marruecos: eran 250€ cada tres meses. Íbamos a Rabat a pedirlas”.

Al inicio de los años 80, la mayoría de los estudiantes ceutíes de origen marroquí no estaban en las mismas condiciones que sus compañeros de origen español.

 “Éramos consciente de esta desigualdad, pero se aceptaba como lo normal. ¡Qué íbamos a hacer! Me encantaba estudiar. Me gradué en la E.G.B. con sobresalientes y notables. El Bachillerato y el C.O.U. lo hice entre el IES Siete Colinas y el IES Abyla. Elegí ciencias puras y me fue muy bien; allí me eché el novio. Quería irme a Sevilla a estudiar física y química pero mi madre no me dejó porque era hija única y no quería quedarse sola. ¡Cómo iba a ponerme en contra de mi madre! Además, no me presenté a Selectividad porque mi madre se puso mala”. 

Quizás fueron las expectativas de la madre, la obediencia a los progenitores, motivos económicos o todos ellos a la vez. Como recalca ella: 

“Poca gente salía a estudiar porque no te daban becas a no ser que tuvieras la nacionalidad española, y los musulmanes no la solicitábamos porque estaba mal visto dentro de nuestro entorno: te tachaban de ¡súbdito español!  La nacionalidad española la conseguimos con el gobierno de Felipe González en el 1987. Imagínate que hasta para ir a la península necesitábamos un salvoconducto, pero para tres o siete días! Además, en aquella época no había Orientadores en los institutos que nos asesorasen”.

Quise indagar un poco sobre el tema del acceso a la nacionalidad española en aquella época. Según la tesis doctoral de 2006 de Marín Parras, los musulmanes de la ciudad, a partir de la independencia de Marruecos en 1956, pudieron escoger entre tener la nacionalidad española o la marroquí; eligiendo la mayoría la segunda opción para no tener problemas a la hora de entrar en Marruecos por cuestiones familiares o por negocios. En 1958 el Gobierno estableció la Tarjeta Estadística para dotar de algún instrumento de identidad a los marroquíes que permanecieron en Ceuta y Melilla tras la independencia de Marruecos y que optaron por la nacionalidad de ese país. La Tarjeta de Estadística era la única documentación que podía acreditar que eran residentes en territorio español. 

En 1985 la nueva Ley de Extranjería sacó a la luz el problema de la falta de reconocimiento de derechos de los ceutíes de origen marroquí que carecían de la nacionalidad española, a pesar de su arraigo. No fue hasta 1987 cuando se regularizó la situación de residencia del 99% de la población ceutí musulmana a través del real decreto de excepcionalidad de la ley de Extranjería para Ceuta y Melilla, aprobado por el Consejo de ministros socialistas de la época, “los de los DNI”. De este modo, los musulmanes nacidos en Ceuta consiguieron la nacionalidad española, el pasaporte español, el DNI y los mismos derechos que cualquier otro español. 

Consultada la web del Ministerio de la Presidencia, en la actualidad en España existen diferentes modos de adquisición de la nacionalidad:

• Las personas nacidas de Padre o Madre Española.
• Las personas nacidas en España cuando sean hijos de Padres Extranjeros si, al menos uno de los Padres, ha nacido en España.
• Las personas residentes en España durante diez años de forma legal, continuada e inmediatamente anterior a la petición.
• Las personas que hayan poseído y utilizado esta nacionalidad durante diez años, de forma continuada y de buena fe.
• Aquellas personas que estén o hayan estado sujetos a la Patria Potestad de un español.
• Aquellas personas a las que el Gobierno se las otorga discrecionalmente mediante Real Decreto, tras valorar la concurrencia de circunstancias excepcionales.

Hoy en día, existen países con los que España tiene convenio de doble nacionalidad y por tanto no es necesario renunciar a la nacionalidad anterior, ello ocurre con los países iberoamericanos o aquellos con los que España ha tenido una especial vinculación. Así lo establece el artículo 11.3 de la CE y también en el art. 24.2 del Código Civil. Esto, sin embargo, no ocurre con Marruecos, de tal manera que en el momento obtienen la nacionalidad española juran renunciar a su nacionalidad marroquí y viceversa. Ni Al-Ándalus ni el Protectorado Español parecen ser motivos suficientes para dicho convenio. Los territorios africanos que estuvieron bajo administración española son el Protectorado Español de Marruecos (hasta 1956), Guinea Ecuatorial (hasta 1968), Ifni (incorporado a Marruecos en 1969) y Sáhara Español (hasta 1975); un total de más de 132.000 personas.

MI compañera y yo somos coetáneas y, a nuestro modo, afines. Nos gusta vivir bien, aprender, trabajar, viajar, divertirnos, tener buena salud, comer ricos manjares, compartir experiencias, disfrutar de familiares y amigos, tener los mismos derechos… en fin, lo normal. Yo mantengo los apellidos de mi linaje; ¿y ella? Un efecto indeseado de la tarjeta estadística fue el sistema de identificación que se aplicó al cumplimentar como nombre de pila el propio del titular, pero registrando como apellidos el nombre de pila del padre y del abuelo, rebautizando a muchos ceutíes con un nombre reiterado hasta en tres ocasiones (Mohamed Mohamed Mohamed) o asignando a mujeres apellidos que son nombres masculinos (la señora Mohamed, que sería algo así como decir la Sra. Antonio. Estas combinaciones de nombres y apellidos se trasladaron tal cual figuraban en la tarjeta estadística a los nuevos documentos nacionales de identidad dando lugar a que muchos ceutíes perdieran sus apellidos familiares. ¿Cuáles serán los apellidos verdaderos de mi compañera? Cuando la vuelva a ver se lo preguntaré. Eso sí, hoy en día la vigente legislación del Registro Civil permite recuperar los apellidos perdidos por la regularización de los 80.

Quiero acabar dándole las gracias a mi compañera por compartir su biografía y por sus deliciosos tés de hierbabuena que endulzaron tantas tardes de trabajo en Ceuta. Shukran.