La calidad en la era digital: ¿se puede estar a la altura en el aprendizaje de adultos?
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Las tecnologías digitales tienen la capacidad de influir drásticamente en los currículos, en la pedagogía y en la evaluación. Los adelantos más notables se han producido, quizás, en la educación superior, pero existen posibilidades cuyo aprovechamiento sería beneficioso en el amplio y variado espectro de la educación de personas adultas. Al mismo tiempo, estas tecnologías plantean cuestiones de importancia que conciernen a la calidad y que han de ponerse sobre la mesa.
Las tecnologías digitales repercuten en el aprendizaje a raíz del crecimiento explosivo que han registrado los contenidos virtuales y también por el surgimiento de formas nuevas de interacción entre alumnos y profesores/formadores y también entre los propios alumnos. A la «primera oleada» de adelantos (las pizarras interactivas, los programas de simulación, los entornos virtuales de aprendizaje, etc.) le siguió una «segunda oleada» de medios sociales y opciones de juego que ha traído consigo todo un mundo nuevo de posibilidades. El aprendizaje semipresencial, el aula invertida (flipped classroom) y la cocreación de los contenidos curriculares se han erigido en conceptos fundamentales.
Los retos para la calidad
¿Y qué hay de la calidad en este contexto? Si por aprendizaje de adultos de calidad se entiende un aprendizaje accesible, pertinente, efectivo, eficiente y sostenible, las tecnologías digitales tienen mucho que aportar. Porque pueden lograr que el aprendizaje sea más eficiente y efectivo, permiten ajustar el aprendizaje a las necesidades de cada individuo —siendo así más pertinente— y abren posibilidades a alumnos nuevos, ampliando así la accesibilidad.
No obstante, las tecnologías digitales también plantean retos de importancia crítica. ¿Cómo reconocer los contenidos óptimos cuando se generan contenidos a tanta velocidad? ¿Qué herramientas contribuyen a brindar una experiencia de aprendizaje de calidad, y cómo se pueden combinar con los métodos tradicionales? ¿Cómo poner sus ventajas al alcance de todos los alumnos?
Lamentablemente, la situación actual en cuanto a la garantía de calidad en el aprendizaje de adultos en buena parte de Europa lleva a cuestionar que ésta sea capaz de estar a la altura de todos estos retos. Los sistemas de calidad presentan un grado de desarrollo bastante elevado en la educación superior y profesional, pero sigue habiendo lagunas importantes en el sector no formal. La mayoría de países enfocan el tema de la calidad de formas poco sistemáticas. Esta situación resulta perjudicial para los alumnos, profesores/formadores y proveedores, considerando la influencia que podrían tener las tecnologías digitales.
Alumnos y proveedores
Para los alumnos existe el riesgo de que su única protección sea, poco más o menos, una advertencia del tipo caveat emptor («cuidado por parte del comprador», o usuario en nuestro caso) que le deje a merced de un servicio prestado sin garantía de calidad alguna. Es cierto que pueden encontrarse buenos ejemplos de mercados virtuales que generan una buena respuesta o feedback en lo que al consumidor respecta, pero el del aprendizaje no es un sector sencillo. Las necesidades varían. Lo que resulta útil para Lucy en Londres puede no serlo para María en Madrid.
Por su parte, los proveedores son vulnerables a la competencia en un mundo virtual en el que los consumidores no tienen nada sencillo distinguir la calidad y en el que las herramientas de aprendizaje y los contenidos en línea socavan el espacio hasta ahora reservado a las instituciones. Los profesores precisan una formación pertinente con la que adaptarse a los cambios en los métodos de enseñanza.
El ritmo al que se desarrollan enfoques sistemáticos de la calidad en el ámbito del aprendizaje de adultos sigue siendo lento. ¿Quedará rezagado con respecto a la revolución digital, dejando así a alumnos y proveedores con medios insuficientes? Quizás no. Pero la revolución digital debe tomarse en serio e introducirse de forma explícita en el desarrollo de sistemas de calidad. ¿Qué necesitamos para lograrlo? Pueden dejar su opinión al respecto en el espacio destinado a comentarios.
Escrito por Andrew McCoshan