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¿Qué es el «alfabetismo»?

La definición de la palabra «alfabetismo» (o la voz inglesa «literacy») es bien sencilla —la capacidad de leer y escribir— pero, sin embargo, su significado exacto es objeto de interminables debates
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David Mallows

Adult literacy.

 

La primera cuestión que abordaremos en el debate de septiembre de EPALE sobre alfabetización de personas adultas es a qué nos referimos exactamente cuando hablamos de alfabetismo. La definición de la palabra «alfabetismo» (o la voz inglesa «literacy») es bien sencilla —la capacidad de leer y escribir— pero, sin embargo, su significado exacto es objeto de interminables debates. Esto es especialmente cierto en el caso de los proyectos europeos, ya que «literacy» no tiene traducción directa en muchos idiomas.

 

Lectoescritura

Leer y escribir son competencias esenciales. No solo son necesarias para proseguir unos estudios, también son indispensables para comprender el mundo que nos rodea y tomar parte activa de él. En este sentido, el alfabetismo es marcadamente contextual —lo que se espera que hagamos con nuestro alfabetismo siempre depende del contexto— y propio de un determinado entorno sociocultural. En efecto, es ya habitual hablar de alfabetismos más que de alfabetismo, para poner de relieve que se trata de una práctica social y que no existe una única forma necesaria para todo el mundo. Muy al contrario, todos necesitamos (y utilizamos) distintos alfabetismos, dependiendo del grupo social o profesional al que pertenecemos (enfermeros, adolescentes, intelectuales, etc.); del tipo de actividades que llevamos a cabo (hacer la compra, realizar trámites administrativos, estudiar, etc.); ); y de los distintos contextos sociales e institucionales en los que nos movemos (centro educativo, trabajo, hogar, etc.). 

En muchos casos se atribuye un sentido más amplio al término, de tal manera que a menudo incluye el habla (como en el compendio de enseñanzas mínimas de personas adultas en inglés English Adult Literacy Core Curriculum), pero a veces también habilidades interpersonales como el trabajo en equipo o la capacidad de aprender a aprender. Existe, además, la expresión «competencias básicas», que se emplea muchas veces como sinónimo de alfabetismo. Sin embargo, competencias básicas (como indica el plural) es un término global que abarca las competencias matemáticas y digitales además de la lectoescritura.

 

Otros alfabetismos

Los traductores se encuentran una dificultad añadida: «literacy», al igual que «alfabetismo», tiene otro significado. Además de emplearse para referirse a la capacidad de leer y escribir, «literacy»,y alfabetismo también suelen venir acompañados de otro término que los circunscribe a un campo especializado. Así, se habla de alfabetismo informático («computer literacy»), alfabetismo financiero («financial literacy»), alfabetismo cuantitativo («quantitative literacy») o alfabetismo emocional («emotional literacy»), entre otras muchas formas —he encontrado treinta y tres, entre las que se cuentan «ocean literacy» y su equivalente en español, alfabetismo oceánico—. En cada una de estas áreas especializadas es esencial utilizar información en forma de texto, a menudo también especializado, pero en estos casos «literacy»/alfabetismo no hace referencia a la lectoescritura sino a la competencia, es decir, a poder desenvolverse de forma competente en dicha área. 

 

Analfabetismo y analfabetismo funcional

Al tratar de definir lo que es el alfabetismo debemos distinguir entre analfabetismo, esto es, no saber leer ni escribir, y analfabetismo funcional, que designa a aquellos que, sabiendo leer y escribir, no lo hacen con suficiente destreza como para satisfacer las demandas de su vida diaria). Se dice que un adulto es analfabeto funcional cuando no es capaz de satisfacer las exigencias que le plantea su propio entorno social y profesional. Por descontado, las exigencias a las que deben atender los adultos cambian constantemente; el hecho de saber leer y escribir de forma competente para determinadas circunstancias no garantiza el poder adaptarse a exigencias nuevas y distintas y seguir siendo, por ende, una persona alfabetizada funcional.

Por último, debemos emplear el término «analfabeto» con suma cautela. En Europa existen muy pocas personas analfabetas, especialmente entre las generaciones más jóvenes, en gran medida gracias a la escolarización universal. En todos los países europeos existen muchas personas que, a pesar de ser capaces de leer y escribir, no pueden satisfacer las exigencias que se les plantean en materia de lectoescritura, o que ven limitadas sus elecciones vitales debido a sus escasas competencias en este ámbito. No son analfabetos, pero sí analfabetos funcionales.


David Mallows acumula treinta años de experiencia en educación de personas adultas como profesor, formador de profesores, gestor e investigador. Entre sus cargos anteriores está el de director de investigaciones en el Centro Nacional Británico de Investigación y Desarrollo para la Alfabetización y la Competencia Matemática de Personas Adultas (NRDC) en el Instituto de Educación (IOE) del University College de Londres (UCL) y en la actualidad representa a la European Basic Skills Network en EPALE como coordinador temático en materia de competencias vitales.

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Comentario

Pisanie, przynajmniej w nauczaniu języków obcych często uchodzi za sprawność najmniej potrzebną i zatem rzadko ćwiczoną na zajęciach. W rzeczywistości zawodowej okazuje się jednak, że pisanie, zwłaszca w dużych korporacjach ma coraz większe znaczenie. Szereg dokumentów przygotowywanych jest w formie pisemnej, co więcej firmy coraz częściej skłonne są zapłacić za szkolenia pracowników w zakresie efektywnego pisania. Pisanie jest także coraz częściej sprawdzane wśród kandydatów starających się o pracę. Chcę podkreślić, że komunikacja pisemna już dziś jest wymaganiem, a wkrótce będzie koniecznością na rynku pracy.

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Filomena Montella
Sáb, 02/09/2017 - 18:21

Insegno da molti anni Lingua e letteratura italiana al triennio di un ex corso serale e all’inizio di ogni anno scolastico propongo alle mie classe una riflessione sulla letteratura. Cosa serve la letteratura per gli adulti?

Il mio discorso parte dalla pagina introduttiva delle Lezioni americane di Italo Calvino: «La mia fiducia nella letteratura consiste nel sapere che ci sono cose che solo la letteratura può dare con i suoi mezzi specifici»[1]. Qualche anno prima lo stesso Calvino aveva scritto: «I classici sono libri che esercitano un’influenza particolare sia quando s’impongono come indimenticabili, sia quando si nascondono nelle pieghe della memoria mimetizzandosi da inconscio collettivo o individuale. [...] I classici sono quei libri che ci arrivano portando su di sé la traccia delle letture che hanno preceduto la nostra e dietro di sé la traccia che hanno lasciato nella cultura o nelle culture che hanno attraversato (o più semplicemente nel linguaggio e nel costume). [...] D’un classico ogni rilettura è una lettura di scoperta come la prima. [...] I classici servono a capire chi siamo e dove siamo arrivati e perciò gli italiani sono indispensabili proprio per confrontarli agli stranieri, e gli stranieri sono indispensabili per confrontarli agli italiani»[2].

Concetti facili per chi come me è sempre stata pronta a leggere i classici. Tuttavia, come far capire ciò ad un studente adulto che ha lasciato la scuola da molto tempo e che non ha mai avuto modo di confrontarsi con un classico? Come rispondere alle domande di questi studenti adulti che, a volte anche tristi e delusi dalla vita, ti dicono che non hanno tempo di leggere niente, che quando leggono si annoiano e che sono diffidenti sul valore della letteratura?

Mi armo di tanto coraggio e imposto la mia didattica consapevole che insegnare la letteratura italiana sui classici significa aprirsi nei confronti di quella che Erich Auerbach, nel 1952, definì la Weltliteratur[3]; in questo modo, “butto” letteralmente i miei alunni sui testi letterari, al fine di prepararli non sul piano scolastico, ma per stuzzicarli, visto che hanno già alle spalle un’esperienza personale di formazione umana e professionale, sul piano civile, anzitutto etico e di conseguenza politico. Quindi, attraverso lo studio della letteratura e dell'arte, invito  i miei alunni ad approfondire quello che ancora Auerbach definì «lo studio della realtà del mondo»[4].

Considerate queste premesse, presento la letteratura e i suoi testi, facendo emergere la percezione critica dell'alterità del nostro passato, della sua irriducibile differenza, per conservare la memoria storica di una communitas, di un bene comune che è insieme lingua, tradizione culturale, universo letterario e artistico. «Scommettere sui classici», scrive Luca Serianni, «significa pensare che abbiano ancora qualcosa da dirci; e che ce lo dicano, finché è ancora possibile comprenderla, nella lingua in cui sono stati scritti, ossia con la loro voce»[5].

Ai miei alunni insegno che la letteratura va colta nella sua natura più profonda, come «funzione esistenziale», come «ricerca di conoscenza» (sono ancora le Lezioni americane)[6].

Tuttavia, fin dal primo giorno di scuola, sono onesta con questi alunni che hanno abbandonato da tempo i banchi di scuola.

Spiego loro, come afferma il prof. Corrado Bologna, che la letteratura, certo, non riesce mai a rispondere a quell’esigenza radicale che Carlo Emilio Gadda definiva come urgenza di «mettere in ordine il mondo»[7]. Non metterà mai veramente “in ordine” il mondo, non riuscirà mai a realizzare un paese migliore. Confesso loro con le parole del prof. Bologna che «la letteratura si offre, invece, quale perfetto dispositivo di accoglienza, entro un sistema coerente di significato, dell'infinita molteplicità di dettagli irrilevanti che si disseminano nella “liquida” vita quotidiana. Essa riesce a dare parola al bisogno di ordine nella visione della realtà proprio portando alla luce la grande disarmonia che vi domina, offrendo una voce consistente, coerente, all’incoerenza e al caos della vita, mostrando come cose infinitamente diverse possono convivere ed entrare in contatto senza mai rinunciare alla propria specificità, nella complessità del sistema»[8].

In questa prospettiva, insegnare ad amare la letteratura comporta necessariamente che ci sono cose che non si “imparano”, che ci sono “competenze” rispetto alle quali saremo sempre “incompetenti”, perché non si “acquistano”, non si “comprano”, ma si gustano, si vedono, si ascoltano, si fiutano, si assaporano.  Come ancora afferma Bologna: «la letteratura fa sì che due più due dia cinque, un passo più a nord del confine della realtà che impone il quattro; essa esercita ad attraversare confini, offrendo al lettore la forza per riportare nello spazio dell'identità, individuale o collettiva, il progetto utopico ma non irrealizzabile di un futuro diverso»[9].

Spiego, inoltre, che insegnare letteratura non può voler dire addestrare principalmente a leggere la lingua dei classici per imparare a riprodurla. Insegnare letteratura, ragionando sui testi dei grandi classici, significa “far venir fuori” (è questa l’idea dell’educare) dagli allievi, e ancor più dagli allievi adulti, un'avvertita capacità di elaborazione intorno ai procedimenti logico-argomentativi del pensiero umano nella sua forma più alta e limpida. «Significa esercitare a sentire nella pagina del grande classico la perturbante originalità di un punto di vista che guarda alle radici dell'esistenza, a riconoscervi la forza innovativa che il classico conserva e può ancora trasmettere grazie alla “radicalità”, appunto, della sua visione del mondo rivoluzionaria. Significa plasmare una consapevolezza della necessità, ma al contempo della parzialità, di ogni “competenza” tecnica, creando invece uno spirito critico, cioè una distanza interiore capace di riscattare la profondità dello sguardo, del punto di vista ermeneutico, nel senso più completo del termine. Significa far maturare nei discenti la capacità di commisurare l'infinita, imprendibile varietà delle cose e delle esperienze con l'irriducibilità dei limiti umani, far cogliere la fatica, il travaglio della lingua dei classici mentre “cerca la parola” per dire l'umanità come progetto di futuro e nel contempo come limite irriducibile. Questa fatica, questo esercizio di complessità, imprime uno slancio antigravitazionale verso una visione del mondo diversa, molteplice, innovativa, scandita nel senso della storia e del recupero delle radici di una civiltà con la leggerezza con cui Calvino apre le Lezioni americane»[10].

Nella prospettiva fin qui tratteggiata, quindi, il primo problema da affrontare è come far appassionare al testo gli alunni adulti.

L’unico mezzo possibile è unicamente passare attraverso il godimento profondo del piacere del testo, dell'avventura conoscitiva ed esistenziale dell'incontro con l'universo perturbante dei grandi classici, e solo così sono riuscita pienamente a far amare la letteratura.

Al di là di qualsiasi basilare acquisizione di competenze linguistiche e tecnico-esegetiche è sempre necessario far sentire con profondità e autenticità agli alunni adulti, per i quali il testo è lontanissimo dalla loro realtà quotidiane, la carica etica di memoria, di energia, di piacere, di stupore, che fa della letteratura un elemento fondamentale per la vita stessa dell’individuo.

Per concludere, insegnare letteratura italiana non è solo insegnare “la lingua”, né solo “la letteratura”, ma mostrare e far amare l'intera “civiltà italiana”, tutta la civiltà che dal nostro Medio Evo è ancora tangibile nelle piazze dei nostri comuni, nei nostri modi d'essere e di agire, di vivere, di pensare.

Ai miei alunni insegno con forza che la nostra civiltà, attraverso la nostra lingua, attraverso la nostra letteratura, deve continuare ad essere orizzonte e bussola, consolazione e riscatto dell'umano, di fronte a chi «cerca di ridurci a bestie», se non portandoci alla morte fisica, di certo soffocando lo spirito di comunità, la democrazia, la condivisione dei progetti e dei sogni, cioè del futuro. E se «noi bestie non dobbiamo diventare», «per vivere è importante sforzarci di salvare almeno lo scheletro, l'impalcatura, la forma della civiltà»[11].

 

 

 

[1] I. Calvino, Lezioni americane. Sei proposte per il prossimo millennio, Milano, Garzanti, 1988, p. 1; poi in Id., Saggi 1945-1985, a cura di M. Berenghi, 2 tomi, Milano, Mondadori, 1995, p. 629.

[2]  Id., Perché leggere i classici (1981), in Id., Perché leggere i classici, Milano, Mondadori, 1991, pp. 11-19 (alle pp. 13- 14, 15 e 19), poi in Id., Saggi 1945-1985 cit., pp. 1816-1824 (alle pp. 1818-1819, 1824).

[3] Cfr. E. Auerbach, Philologie der Weltliteratur (1952), in Id., Gesammelte Aufsätze zur romanischen Philologie, Francke, Bern 1967, pp. 301-310; trad. it. Philologie der Weltliteratur - Filologia della letteratura mondiale, Book editore, Castel Maggiore (Bologna) 2006 (con il testo tedesco a fronte).

[4] E. Auerbach, Philologie der Weltliteratur. Filologia della letteratura mondiale cit., p. 37 (la formula originale è: «Erforschung der Weltwirklichkeit»).

[5] L. Serianni, L'ora di italiano. Scuola e materie umanistiche, Laterza, Roma-Bari 2010, p. 106.

[6] I. Calvino, Lezioni americane, cit., p. 28; in Saggi 1945-1985, cit., p. 653 (da qui anche la frase virgolettata che segue).

[7] C. E. Gadda, Meditazione milanese, a cura di G. C. Roscioni, Torino, Einaudi, 1974, p. 172, I stesura, cap. XIII, La categoria, rr. 157-158; poi in Id., Scritti vari e postumi, a cura di A. Silvestri, C. Vela, D. Isella, P. Italia, G. Pinotti (“Opere di Carlo Emilio Gadda” ed. diretta da D. Isella), V*, Milano, Garzanti 1993, p. 735.

[8] Corrado Bologna, La letteratura come visione del mondo (Napoli, 25-27 ottobre, Convegno sul tema: Insegnare Lingua e Letteratura italiana nei nuovi Licei e Istituti superiori).

[9]  IDEM

[10] IDEM

[11] P. Levi, Se questo è un uomo (1958), in Id., Opere complete, a cura di M. Belpoliti, con Introduzione di D. Del Giudice, 2 voll., Torino, Einaudi, 1997, I, p. 35.

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Filomena Montella
Vie, 22/09/2017 - 10:10

Condivido pienamente queste considerazioni.

Lavoro da molti anni in corsi serali di istituti tecnici e professionali e mi accorgo ogni anno che l'analfabetismo è più di tipo culturale: riguarda la storia, l'educazione civica, la geografia, il diritto.

La lettura è inespressiva e la scrittura è incerta, perché manca una base culturale, troppo spesso superficiale.

E' importante considerare l'apprendimento come una formazione completa per lo sviluppo della persona.

 

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Jolanta WOLAGIEWICZ
Dom, 01/10/2017 - 00:00

Pracując z osobami starszymi często spotykam się z problemem zrozumienia szczególnie informacji urzędowych, prawnych czy nawet prostych komunikatóew. Nie znaczy to, że osoby te nie potrafia czytać - doskonale dają sobie radę z literaturą piękną, potrafią ze szczegółami opowiedzieć treść powieści czy opowiadania. Jednak gdy z krótkiego, bardzo konkretnego tekstu muszą wyłowić szczegóły to pierwsze czytanie jest zwykle mało efektywne - wymaga to skupienia i czasem wielokrotnego powtarzania czytanego tekstu. Czytanie ze zrozumieniem to czasem prpblem (nie tylko chyba seniorów)

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Vadoties pēc ministru kabineta līdzšinējiem noteikumiem ,,Noteikumi par pirmsskolas izglītības vadlīnijām" lasītprasmes apguve pirmsskolā ir vēlama, bet ne obligāta ("atbilstoši audzēkņa spējām"). Līdz ar to tas rada neskaidrības un pretrunas  valsts politikas nostājā sistēmiskas pēctecības nodrošināšanai pirmsskolas vadlīnijām un pamatizglītības standartiem, jo, pastāvot atziņām, ka pirmsskolas izglītības 6-7-  gadīgie bērni uzsāk mācības skolā ar atšķirīgu lasītprasmes līmeni, tas varētu būt par iemeslu nevienlīdzīgām mācīšanās iespējām skolā.
Visā Latvijā nepieciešama vienota lasītprasmes veicināšanas metodika pirmsskolā (atbilstoši vecumposmasm, rotaļnodarbībās, teksta izpratnes veicināšana, sadarbība ar vecakiem u.c.). Uzskatu, ka pirmsskolā būtiskākais būtu vērst uzmanību un veltīt laiku lasītprasmes attīstībai caur rotaļnodarbībām, teatrālajām rotaļām, teksta izpratni, praktiskām darbībām nevis sēdinot pie galda un uzreiz apgūt rakstītprasmi.

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