Olga Pérez Herrero: la imaginación y la memoria construyen nuevos mundos posibles y tienden puentes hacia los demás.
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Breve biografía
Hoy tengo 49 años y sigo aprendiendo cada día. En 2016 decidí abandonar un trabajo estable de oficina para compartir con otros mi pasión por la lectura y la escritura. Desde entonces coordino clubes de lectura y doy clase como profesora de escritura creativa en bibliotecas públicas municipales de la Comunidad de Madrid, en España.
Mi historia
Mis primeros recuerdos de aprendizaje me llevan a los momentos más luminosos de mi infancia cuando intentaba descifrar los signos que veía a mi alrededor y que conformaban el mundo de los adultos. Intuía que aprender a leer me abriría ese mundo y experimentaba un enorme placer cuando poco a poco ese mundo se desplegaba ante mí.
Aquellos signos me ayudaban a nombrar lo que me rodeaba y a comunicarme con los demás. Recuerdo, sobre todo, la sonrisa paciente (y creo que también orgullosa) de mi madre, siempre a mi lado en ese momento de conquistar el mundo (mi mundo), como también recuerdo a mi abuelo materno, a mi tía Dioni y a sus hijos, mis primos mayores, que me alentaban y me animaban en ese proceso. Recuerdo sentirme muy apoyada por mi entorno familiar. En el colegio, la persona encargada de la biblioteca escolar me guiaba en mis lecturas y nunca me hizo sentir ridícula o pequeña por mis opiniones. Siempre tuve la sensación de que era una conversación entre lectores donde la edad no importaba. Las bibliotecas (primero la del colegio y luego también la de mi pueblo, en Villanueva de la Cañada) se convirtieron en un refugio y en mi lugar en el mundo.
Esa primera conquista de la lectura y, mucho después de la escritura, supuso esfuerzo y frustración, sin duda, pero la necesidad de comunicarme con los demás, de establecer lazos con otros, me ha estimulado a vencer esos obstáculos iniciales a través del aprendizaje en distintos ámbitos, como por ejemplo, en el estudio de otros idiomas lo me ha permitido viajar, residir y trabajar en el extranjero enseñando español a estudiantes universitarios y, más recientemente, retomando los estudios universitarios en Escritura Creativa y Estudios Literarios en la Universidad Complutense de Madrid donde actualmente realizo mi tesis doctoral.
Estoy convencida de que la actitud de aprendizaje de mi padre, que no pudo acabar la educación básica por tener que trabajar desde muy joven, ha sido para mí el mejor ejemplo de aprendizaje durante toda la vida. Acostumbrado a un trabajo fundamentalmente físico, cuando se jubiló descubrió su habilidad con los colores y comenzó a colorear dibujos sencillos con una gran sensibilidad. Pocos años después, al enviudar, tuvo que ocuparse él solo de su casa, limpiar, cocinar, comprar etc. Su disposición para aprender en cualquier situación y enfrentar retos nuevos (con 73 años viajó conmigo a Japón) así como su buen humor me han hecho entender que no es la edad lo que te impide aprender sino la actitud.
Cuando entré en contacto como docente con el mundo de la educación no formal centrada en la lectura y la escritura me empecé a interesar por el proceso de aprendizaje en el adulto, uno de los aspectos sobre los que investigo en mi tesis doctoral.
Considero que mantener la capacidad de asombro y la curiosidad durante toda la vida te permite volver a vivir ese destello en la infancia, ese momento iniciático, en el que descubres que aún tienes todo un mundo de conocimientos que conquistar.
Por eso, defiendo una educación no formal de calidad como es el caso de los talleres para adultos en las Bibliotecas municipales ya que fortalecen las redes locales en la comunidad. y son el entorno local más propicio para el encuentro entre vecinos, el intercambio de momentos de disfrute y de socialización que ayudan a prevenir la soledad no deseada y que ofrece estímulos intelectuales y afectivos más allá de la realización laboral y a cualquier edad.
Hoy disfruto trabajando con adultos de todas las edades que mantienen esa actitud de aprendizaje compartido entre lecturas y vivencias donde desde la imaginación y memoria construyen nuevos mundos posibles y tienden puentes hacia los demás.