Si la evaluación fuera continua…. Por una perspectiva inclusiva del proceso evaluador



Si la Evaluación fuera continua es muy posible que suprimir pruebas extraordinarias tuviera sentido.
Pero ello implica un complejo trabajo evaluador que ¿se está realizando?
De una u otra manera, la valoración que hacemos de tipo prueba supera muchas veces a la que damos a las realizaciones observadas, a la competencia demostrada en el día a día…
En ocasiones se entiende por evaluación continua hacer continuamente pruebas, hacer continuamente exámenes….
También se entiende como evaluación continua el porcentualizar los aprendizajes demostrados a lo largo del curso y los obtenidos en una prueba final. Es decir, se da un porcentaje a la calificación obtenida por la competencia demostrada a lo largo del curso y otro por calificación obtenida en la prueba final.
En otras ocasiones se denomina evaluación continua a realizar tres o cinco pruebas o ejercicios síntesis de la materia trabajada.
Muchas veces parece que evaluamos continuamente cuando simplemente no determinamos totalmente la calificación por una prueba final.
Hace ya algún tiempo, en un centro educativo me decían:
- No me importa que el alumno haya demostrado saber realizar la actividad. Aprobará si señala correctamente la respuesta en el test.
¿Seguro que estamos realizando evaluación continua? ¿Que entendemos por evaluación continua?
Si la evaluación fuera continua y humana, quizás -solo quizás- estuviera justificado suprimir las pruebas extraordinarias.
Pero si la evaluación continua se entiende como realización de pruebas, al eliminar pruebas extraordinarias se causarán daños difícilmente remediables, que eliminan generalmente a las personas con más dificultades de aprendizaje, a las personas menos favorecidas…
Daños agravados cuando las pruebas que se realizan tienen el mismo sesgo, son pruebas de igual estilo… que dejan fuera de juego a quien tiene otros estilos de aprendizaje, otros estilos cognitivos…
Una evaluación digna tiene que analizar y valorar las realizaciones y capacitaciones desde un amplio espectro. Lo que implica revisión continua de las realizaciones y de las razones –en su caso- del error o distorsión.
La supresión de las pruebas extraordinarias no debería suponer también supresión de la revisión y contra-revisión de las evaluaciones efectuadas por muy “continuamente” que hayan sido realizadas.
La supresión de "los septiembres" primero y de "los post-junio" después ¿son consecuencia de reivindicaciones honestas?
Una verdadera educación inclusiva requiere que la evaluación se realice desde muy diversas perspectivas, con diversidad de caminos evaluadores, con diversidad de posibilidades de mostrar el dominio de las competencias precisas.
Cuando la evaluación se realiza con un mismo estilo evaluador, con un determinado tipo de pruebas, dejamos fuera del sistema a aquellas personas que contando con la capacitación y competencia suficiente no lo demuestran en el tipo de prueba o perspectiva aplicada.
Toda valuación, por muy continua que sea, para ser justa, requiere la aplicación de múltiples perspectivas de análisis de las realizaciones y competencias adquiridas por el alumno en el día a día de la actividad docente.
Es preciso analizar cada realización incorrecta, cada respuesta incorrecta y plantear alternativas de valoración y no solo de aprendizaje.
Respuestas incorrectas son en ocasiones respuestas correctas a cuestiones que se han interpretado de otra manera.
El trabajo inclusivo requiere atención especial a las respuestas ¿erróneas?