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Desigualdades educativas y retos sistémicos

La calidad de la escuela influye en la alfabetización y los conocimientos de los adultos manteniendo las carencias obtenidas a lo largo de la vida

Los últimos resultados del estudio PISA revelan la persistencia de desigualdades educativas en la Unión Europea, reflejo de las tendencias mundiales. Aunque la UE se enorgullece de sus valores de igualdad, los datos ponen de manifiesto una realidad preocupante: los resultados educativos están cada vez más estratificados, reflejo de unas brechas socioeconómicas más amplias. Este artículo analiza cómo las reformas impulsadas por el mercado, el aburguesamiento, la fragmentación de los sistemas de elección de centro y las presiones económicas han configurado la educación en la UE, exacerbando la desigualdad a pesar de su compromiso con la cohesión social.

La brecha educativa de la UE: Una perspectiva PISA

Aunque la UE supera a EE.UU. en la clasificación general de PISA, las diferencias dentro de los Estados miembros y entre ellos son notables. Los países del norte de Europa, como Finlandia y Estonia, destacan sistemáticamente, mientras que los del sur y el este se quedan rezagados. Y lo que es más grave, la brecha entre los estudiantes acomodados y los desfavorecidos ha aumentado dentro de los países. En Alemania y Francia, por ejemplo, los niños de familias inmigrantes o con bajos ingresos obtienen puntuaciones significativamente más bajas que sus compañeros, una tendencia exacerbada por los sistemas de seguimiento que encauzan a los estudiantes hacia itinerarios diferenciados en una fase temprana. Incluso en Finlandia, donde los resultados son excelentes, los trastornos provocados por la pandemia han puesto de manifiesto los puntos débiles en materia de equidad.

Cuatro fuerzas que determinan la desigualdad educativa en la UE

1. Pruebas estandarizadas y presión para obtener resultados

A diferencia de EE.UU., los países de la UE evitan los exámenes de alto nivel para evaluar al profesorado, pero las evaluaciones estandarizadas siguen influyendo en la política. Los GCSE británicos y el baccalauréat francés determinan los planes de estudio y a menudo dan prioridad al aprendizaje memorístico sobre el pensamiento crítico. En Italia, las pruebas Invalsi han suscitado debates sobre la enseñanza basada en el examen, mientras que las reformas impulsadas por PISA en España se centran en "alcanzar" a los países nórdicos, descuidando a veces a los alumnos marginados. El énfasis de la UE en las competencias digitales y ecológicas corre el riesgo de marginar aún más a quienes carecen de acceso a los recursos y a una educación adecuada.

2. Gentrificación y polarización urbana

El aburguesamiento de ciudades como Berlín, Barcelona y Ámsterdam ha modificado la demografía escolar. Las familias acomodadas se agrupan en barrios revitalizados, presionando a las escuelas para que atiendan sus demandas. Mientras tanto, las escuelas de las zonas menos atractivas, que carecen de fondos suficientes, luchan contra el hacinamiento y la falta de recursos. Las políticas de vivienda social de la UE mitigan algunos desplazamientos, pero rara vez abordan la segregación escolar.

3. Elección de escuela y segregación

El sistema sueco de vales, introducido en la década de 1990, dio lugar a una proliferación de escuelas privadas, a menudo situadas en zonas acomodadas y criticadas por seleccionar a los alumnos. Del mismo modo, la separación de escuelas religiosas y públicas en los Países Bajos perpetúa la segregación. En Europa del Este, los itinerarios profesionales privatizados atrapan a los alumnos gitanos en una educación de baja calidad. Incluso en la igualitaria Finlandia, los centros privados de enseñanza de ciudades como Helsinki favorecen a las familias más ricas. Estos sistemas reproducen la desigualdad bajo el disfraz de la elección.

4. Austeridad económica y fragmentación social

Las medidas de austeridad posteriores a 2008 han destruido los presupuestos educativos de Grecia, España e Italia, ampliando la brecha entre el norte y el sur de Europa. El desempleo juvenil (en torno al 25% en España) socava el valor de la educación para los estudiantes desfavorecidos. Mientras tanto, la afluencia de refugiados (por ejemplo, la crisis de 2015 en Alemania) pone a prueba las escuelas, con esfuerzos de integración desiguales en toda la UE. La pobreza infantil persiste en Rumanía y Bulgaria, donde UNICEF informa de que el 30% de los niños están en riesgo de exclusión.

Los costes ocultos de la lógica de mercado

Las reformas educativas de la UE suelen imitar la competencia al estilo estadounidense, priorizando la eficiencia sobre la equidad. El sistema sueco de vales, inicialmente elogiado por su innovación, se enfrenta ahora a una reacción violenta por la segregación y la caída de los resultados de PISA. En Italia, la financiación de las escuelas privadas está desviando recursos de las escuelas públicas, como ha ocurrido en Estados Unidos con las escuelas concertadas. El impulso de la UE a la alfabetización digital corre el riesgo de crear una "brecha tecnológica y educativa", en la que la falta de un uso consciente, innovador y creativo de las tecnologías digitales es una barrera para una ciudadanía participativa y responsable.

Un camino a seguir: Recuperar la educación como bien público

Redefinir las métricas del éxito

Pasar de las clasificaciones PISA a indicadores holísticos: bienestar de los estudiantes, inclusión y compromiso cívico. El enfoque de Finlandia en el aprendizaje colaborativo y el juego ofrece un modelo, mientras que el éxito de Portugal en la reducción de las tasas de abandono escolar a través del apoyo de la comunidad muestra formas alternativas de avanzar.

Lucha contra la segregación

Acabar con los sistemas de seguimiento (por ejemplo, las escuelas tripartitas de Alemania) e invertir en una educación integral. El "Decreto M" de Bélgica para promover la educación inclusiva y las zonas de Educación Prioritaria de Francia destinan recursos a las escuelas desfavorecidas, aunque su aplicación sigue siendo desigual.

Reforzar la financiación pública

Invertir los recortes de austeridad y canalizar los fondos de recuperación de la UE (por ejemplo, NextGenerationEU) hacia la formación del profesorado, la orientación y las infraestructuras. La inversión de Dinamarca en formación profesional y las recientes restricciones suecas a las escuelas con ánimo de lucro señalan un retorno a la responsabilidad pública.

Abordar las causas profundas

Vincular la política educativa a las reformas de la vivienda, la sanidad y el mercado laboral. Las políticas antigentrificación de Barcelona y el modelo de vivienda social de Viena muestran cómo los enfoques integrados estabilizan las comunidades.

La conclusión es clara: la solidaridad por encima de la competencia

Las ideas fundacionales de la UE de unidad e inclusión están reñidas con las reformas educativas que giran en torno al mercado. Para reducir las diferencias en el rendimiento escolar de los alumnos, los responsables políticos deben rechazar la competencia que hace pensar a todo el mundo que sólo hay un ganador, y centrarse en que las escuelas sean espacios democráticos. Estados Unidos demuestra que los sistemas que se centran en los "ganadores" crearán "perdedores". La UE puede evitarlo si sigue apoyando la socialdemocracia. La elección es clara: ¿mantenemos la educación como un derecho para todos o nos arriesgamos a romper el proyecto europeo?

La sombra de por vida de la desigualdad escolar

Lo que los jóvenes de 15 años de 2025 nos dicen sobre los adultos de 2040

La Encuesta sobre las Capacidades de los Adultos (PIAAC) de la OCDE revela una cruda realidad: las carencias en lectura, escritura y cálculo a los 15 años persisten en la edad adulta, encerrando a las personas en trayectorias de oportunidades limitadas. En la UE, los adultos con un bajo nivel de competencias en PISA ganan un 20% menos que los de alto rendimiento y tienen 3 veces más probabilidades de estar desempleados. En 2040, los jóvenes de 15 años de hoy tendrán 30, y serán los principales trabajadores que tendrán que hacer frente a la transición a la energía verde, el impacto de la inteligencia artificial en el mercado laboral y el envejecimiento de la población. Si las cosas no cambian, 1 de cada 4 adultos de la UE en 2040 no tendrá conocimientos básicos de matemáticas, y esto será más común entre las personas de comunidades marginadas.

¿Puede Europa superar estas diferencias?

La capacidad de la UE para responder a esta pregunta depende de si considera la educación como algo importante para la sociedad, como la sanidad o la vivienda, o si la ve como algo con lo que se puede comerciar como cualquier otra mercancía.

  1. Invertir en equidad, no en clasificaciones. Los resultados de PISA 2025 indicarán si reformas como la reducción del 70% del abandono escolar en Portugal (2012-2022) pueden extenderse a toda la UE. Pero para avanzar hay que medir el éxito más allá de las puntuaciones de los exámenes, haciendo un seguimiento de los resultados en adultos, como la igualdad salarial, la participación cívica y la inclusión digital.
  2. Romper el ciclo de la desventaja. Los altos resultados de Finlandia en PISA se corresponden con una desigualdad en las cualificaciones de los adultos un 70% menor que en Francia. ¿Cuál es la diferencia? El acceso universal a la formación del profesorado, la orientación y las actividades extraescolares, no la privatización.
  3. Hacer frente a la «bomba de relojería de las cualificaciones». En 2040, 45 millones de trabajadores de la UE podrían verse desplazados por la automatización. Sin una escolarización adecuada ahora, la carga recaerá en los adultos poco cualificados de Rumanía, Bulgaria y las regiones postindustriales, alimentando el populismo y la desconfianza en las instituciones.

Un llamamiento a la justicia intergeneracional

El destino de la cohorte PISA de 2025 no es inevitable. La iniciativa de la UE Espacio Europeo de Educación 2025 y los fondos de la UE NextGeneration ofrecen herramientas para

  • Reformular la educación como palanca de la equidad, medida por amplios indicadores nacionales y europeos de bienestar, inclusión y participación ciudadana.
  • Acabar con el seguimiento escolar en la adolescencia temprana, que consolida la desigualdad al segregar a los alumnos en itinerarios fijos.
  • Invertir en la mejora de las escuelas en zonas de alta pobreza, dando prioridad a la formación del profesorado, las infraestructuras y los servicios de apoyo a los estudiantes.
  • Legislar sobre la equidad vinculando la financiación de la educación a resultados integradores, como la eliminación de las diferencias en alfabetización y la reducción de las tasas de abandono escolar en las comunidades desfavorecidas.

Como advertía el sociólogo Pierre Bourdieu, "la educación es la clave de la reproducción social". Si Europa no democratiza la calidad de la educación, reproducirá las desigualdades actuales durante generaciones, poniendo en peligro no sólo el crecimiento económico, sino la idea misma de una Europa unida.

Traduccion: NSS España

 

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