Ángeles y Demonios



Ángeles pensaba, como diría el mismísimo Shakespeare,
que “el infierno estaba vacío, porque todos los demonios estaban con ella”.

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Reflexión de Ángeles S.G., una alumna que narra la experiencia de su paso por el CEPA Edrissis de Ceuta tras conseguir el Título de Secundaria con una nota media de sobresaliente. Un caso de constancia, ilusión y esfuerzo; ejemplo inmejorable para motivar y animar al alumnado venidero en los Centros de Educación de Personas Adultas. Porque, aunque todos estamos sujetos a los avatares de la vida, nos rondan una serie de vicisitudes que obstaculizan, dificultan o desequilibran nuestros sueños. Merece la pena el esfuerzo. A pesar de los “demonios” que nos asaltan sin permiso.
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Todos tenemos (o hemos tenido alguna vez) “pensamientos intrusivos”; esas ideas que se instalan sin pedir permiso en nuestras vidas, controlando nuestra voluntad, atormentándonos e impidiendo que crezcamos plenamente como personas. Esos “demonios” poseen una fuerte carga emocional negativa, que se muestran en forma de miedo e inseguridad. No nos conducen a fines prácticos sino que, por el contrario, nos empujan a un bucle interminable sin sentido de utilidad.
Y eso mismo refleja Ángeles, nuestra protagonista, en esta entrada:
Nací la víspera del día de Los Reyes Magos, como regalo a mis padres: la única niña de tres hermanos. Me pusieron de nombre Ángeles en memoria de mi abuela, que murió en un trágico terremoto en Agadir (Marruecos). Tuve una infancia feliz, aunque cargada de accidentes en mi familia: en uno de ellos, mi padre, tras poder salvar su vida, quedó con una grave minusvalía. En plena adolescencia, la vida me volvió a golpear con el diagnóstico de un cáncer a mi madre. Yo, de niña, por aquellos años de colegio, era lista pero “flojilla”, según mis profesores. Y, aunque no tenía problemas con los estudios, los abandoné a los 16 años, inmersa en mis pensamientos y con mis circunstancias familiares: a cargo de mi hermano menor y pendiente del tratamiento oncológico de mi madre.
Las circunstancias de la vida nos van marcando nuestro camino, sin lugar a dudas:
Los años han ido pasando, y yo siempre he tenido en el fondo de mi ser la ilusión de volver a empezar y retomar mis estudios. Pero mis pensamientos frenaban ese frenesí, anulando cualquier posible atisbo de avance en mi vida o de retorno al mundo académico. Nunca me he sentido valorada. Mi autoestima a ras de suelo. Siempre he estado pendiente de ayudar a los demás, sin preocuparme lo más mínimo por mí misma. Así, transcurrido el tiempo, me casé a los veinte. Me saqué, no sé cómo, la prueba de acceso a un ciclo formativo de FP y empecé los estudios de Grado Medio de Cocina, que desafortunadamente tuve que abandonar al quedarme embarazada.
Necesitamos a alguien o algo que suponga un punto de inflexión en nuestro devenir. En el caso de Ángeles, un buen día también llegó ese “empujón” que tanto necesitaba (… y, al mismo tiempo, anhelaba):
Empecé a trabajar como ayudante de cocina en un bar y, tras sufrir malas experiencias que no vienen al caso, mi marido me animó a abandonar dicho trabajo y retomar los estudios de una vez por todas. Si no hubiese sido por mis “demonios”, hubiera tomado hace muchos años esa decisión. “¡Hazlo, que tú puedes!”, fueron sus palabras. ¡Bendita la hora en que tomé esa dichosa decisión! Ya iba siendo hora de retomar lo que un día dejé. Desde ese mismo día he cambiado mi forma de pensar. Gracias a ese “empujón” hoy me preocupo más por mí. Sé lo que valgo. Sé lo que quiero. Me he propuesto conseguir mi sueño. Pero sin dejar de ayudar a los demás.
Los CEPA son el lugar perfecto para cambiar el destino de todas esas y esos “Ángeles” que andan por ahí sueltos, y así poder ayudarles a desarrollarse como personas:
Así llegó el día en que por fin, dejando atrás todas mis trabas mentales, me matriculé en el Centro de Educación de Personas Adultas “Edrissis” de Ceuta. Tras el empujón de mi marido, mi ángel de la guardia, logré vencer mis “demonios” y me matriculé en la ESPA (Educación Secundaria para Personas Adultas) para sacarme el Título de Graduado en Educación Secundaria Obligatoria. Nunca me arrepentiré de haber dado ese paso. Todo lo contrario.
Todos necesitamos un ángel que nos salve de nuestros “demonios”, una mano tendida que nos ayude a seguir avanzando y creciendo:
Está claro que, si te lo propones en serio, lo consigues. Y más yo, ¡que soy una “cabezota”! Pensé que dadas mis circunstancias, casada con dos niños en edad escolar y al cuidado de mi suegra, lo mejor sería asistir a clases presenciales en turno de tarde, tras dejar la casa organizada y los niños atendidos. Aunque tenía claro que la hora de hacer los deberes y estudiar tenía que ser cuando todos se acostaban y nadie me podía molestar. Y así fueron mis primeros pasos en el Centro de Adultos al que tuve la suerte de asistir, tras el “dichoso empujón”. Y todo ello, a mis treinta y ocho años de edad y tras veintidós años sin estudiar. Pero tuve la gran suerte de que todo fueron facilidades. Por ello, a pesar de mis miedos iniciales, de mi inseguridad, de si iba a estar a la altura de mis expectativas…etc, etc, etc… “¡cállense demonios!”, retomé los estudios sin problema alguno. Animada e ilusionada. Empezaba a sentirme nuevamente valorada.
El CEPA como centro educativo que ofrece una segunda oportunidad:
A decir verdad, con la constante ayuda y apoyo de los profesores, mi “segundo empujón”, mi paso por el CEPA “Edrissis” ha sido mucho mejor de lo yo nunca me podría haber imaginado. El buen ambiente entre alumnos y con los profesores, el trato cercano y afable de estos, los grupos reducidos, la comprensión, las facilidades, el compromiso y, sobre todo, destacaría el hecho de que aquí en el Centro de Adultos está el que persigue algo con interés: el título de la ESO. Es decir, que si estás aquí es porque tú quieres y no porque te obligan.
Ángeles, no por sentirse más mayor que el resto de los alumnos del grupo, sino por tener más experiencias de vida que todos ellos, desempeña sin pretenderlo las funciones de protectora de sus compañeros:
Me pongo de ejemplo para que no me copien. A todos mis compañeros, muchos de los cuales incluso estrenan la mayoría de edad, les digo que no me copien. Y a mis amistades, a los que les ronda algún que otro “demonio”, también les animo. Se lo digo claro: Que si en su día dejaron los estudios por las razones que fueran y hoy tienen la idea de sacarse la Secundaria, que no lo piensen dos veces. Que se matriculen en un centro de adultos y que aprovechen el tiempo. Te dan las facilidades necesarias y tú solo tienes que poner de tu parte. Que si se lo proponen en serio y son constantes van a ser capaces de conseguirlo. Como yo he sido capaz. Siempre he pensado aquello de… ¡Nunca es tarde si el corazón te lo dicta!” Y hoy más que nunca, tras conseguir mi sueño: terminar la Secundaria.
A pesar del poco tiempo transcurrido en el Centro de Adultos, el cambio de mentalidad ha sido brutal:
Llegué al Centro de Adultos con la idea de sacarme simplemente la secundaria. Solo quería aprobar y conseguir el título. Con un 5, un suficiente, me bastaba. Pero una vez allí, me propuse sacar la máxima nota posible. Y así ha sido. Con mi empeño, constancia y tesón, el resultado final creo que es digno de alabar. Mi trabajo y esfuerzo han dado su fruto. Sinceramente, no me podía haber ido mejor, con un sobresaliente de nota media.
Y … ¿ahora qué?
Pues ahora no quiero parar de estudiar. Mi siguiente paso va a ser hacer un Ciclo Formativo de Grado Medio de FP de Administración. A largo plazo, seguir con un Grado Superior de la misma familia profesional. Y entretanto pretendo sacarme el B1, tras haberme abierto el apetito mi profe de inglés.
Hoy en día, tras mi paso por el “Edrissis”, a mis treinta y nueve años, me encuentro más decidida y más fuerte que nunca, con muchas ganas de seguir aprendiendo para llegar a esa meta soñada y sentirme realizada como persona. En definitiva, quiero sentirme valorada; por mí misma y por los demás. Y todo ello, gracias al empujón de mi marido. Sin olvidar el empujón y apoyo constante de mis profesores.
Por todo ello, estamos convencidos de que, a pesar de las circunstancias de cada uno y de los golpes que te da la vida, todo es un aprendizaje para crecer como persona.
Echémosle un pulso a todos esos pensamientos negativos que a veces nos invaden y que actúan como bacterias o “demonios internos”. Intentemos rebajarlos a la categoría de pensamientos “basura” y desecharlos lo antes posible para poder afrontar la vida con energía positiva y el mayor optimismo posible (dadas las circunstancias de cada uno).
Procuremos ser positivos y autoconvencernos de que somos capaces de afrontar los retos que se nos planteen y de cumplir los desafíos que nos vayan surgiendo. Y ante esa actitud, no ser frenados ni por nuestros peores pensamientos. Tenemos que aprender a silenciar nuestros propios “demonios” internos, porque a veces susurran más fuerte de lo que deberían. Por ello, aunque tu vida te parezca un infierno, pon música y –sobre todo- pon a tus “demonios” a bailar, alejándolos lo más lejos posible de ti.
Y si te piensas que no eres capaz, acuérdate de …
… “Ángeles y (sus) demonios”.
