Mujer, migrante y estudiante: una exposición recoge los viajes personales de alumnas adultas
"Llegué a Bélgica en avión cuando tenía 19 años. Yo sola. Nunca me había separado de mi familia. Quería aprender a leer y escribir e ir a una escuela de costura. Mi marido se opuso y me dijo: '¿Quieres ir a ver a otras mujeres para abrir la mente?'"
El pasado mes de octubre asistí en Bruselas, junto con mi colega de la AEEA, a una exposición titulada "Né.e quelque part" (" Nacid@ en otro lugar"), que recopilaba viajes y reflexiones personales de estudiantes adult@s inmigrantes. Se había inspirado en las aportaciones del alumnado de EYAD, que se reunía semanalmente para compartir "su riqueza cultural", según se explicaba en la invitación a los talleres. La exposición, situada en un edificio que iba a reformarse por completo, revivió un espacio hasta entonces vacío con historias explicadas a partir de dibujos, postales, collages y fotografías.
Al haber abandonado mi país hace unos años, me emocioné al leer los relatos personales de estas personas. Algunos me resultaron muy familiares ("Cuando llegué a Bélgica, todo me parecía gris y oscuro"). Otras historias, como la de la mujer que quiso apuntarse a una escuela de costura en contra de la voluntad de su marido, se alejaban mucho de mi experiencia personal, pero seguro que se acercarán a la experiencia profesional de muchos de los que trabajamos en la educación de personas adultas y el aprendizaje comunitario.
Explorando múltiples identidades
"Petite Anatolie" ("Pequeña Anatolia"), como la llaman informalmente sus lugareños, se encuentra en un punto intermedio entre Schaerbeek y Saint-Josse-ten-Noode, dos distritos de Bruselas con una gran población inmigrante. Algunos de las pesonas que residen en "Petite Anatolie" se trasladaron allí desde Turquía hace más de cincuenta años; con el paso del tiempo, este barrio evolucionó hasta convertirse en un lugar cuyos residentes pueden tomar un café, ir al médico o hacer la compra sin tener que hablar nunca en francés. En opinión de los educadores de personas adultas que trabajan en la zona, esto se ha convertido en un "arma de doble filo" sobre todo para las mujeres, cuyas oportunidades de conocer a la comunidad bruselense son en general limitadas.
Por este motivo, EYAD, una ONG local que promueve la cohesión social a través de la educación de personas adultas, ha puesto en marcha varias actividades que pretenden reunir a distintas comunidades o explorar una experiencia desde una perspectiva específica. " Nacid@ en otro lugar" está abierto a todo el mundo, independientemente de su sexo o de la lengua que hable; la experiencia compartida de la migración es lo que conecta a todas las personas que participan. Otras actividades de EYAD están dirigidas específicamente a las mujeres, que son quienes corren mayor riesgo de exclusión, con el objetivo de crear un espacio seguro y una plataforma para la reflexión crítica.
Un ejemplo es el proyecto "Identidades femeninas", en el que las alumnas analizan cuentos populares tanto de países francófonos de Europa como de Anatolia. Las participantes son mujeres que llegaron de Turquía a Bélgica tras haberse casado y durante los encuentros comparten sus reflexiones sobre los cuentos y deconstruyen la imagen de la mujer en ellos. "Empezamos contando la historia de 'Barba Azul', y luego comentamos los papeles de los distintos personajes, y el hecho de que todas llevamos en nosotras parte de todos los personajes", dijo una de las educadoras de personas adultas de EYAD al ser entrevistada por Journal de l'Alpha sobre el proyecto.
Próximamente se organizarán más actividades dirigidas a las mujeres locales: "Entre madres", que invitará a las participantes a compartir sus experiencias sobre la maternidad y a preparar actividades conjuntas mientras practican el francés o "Pioneras", cuyo objetivo, en el contexto de una clase de cerámica, es analizar historias de mujeres que fueron artífices del cambio en sus comunidades.
"Cuando llegué a Bélgica, todo me parecía gris y oscuro".
Las grandes preguntas
"Me siento integrad@, pero ¿qué significa estar integrad@?", se pregunta una de las personas que han contribuido a la exposición con un póster.
Personalmente, me sigue pareciendo impresionante que la educación de personas adultas no evite plantearse las grandes preguntas. En el caso de "Nacid@s en otro lugar" y otros talleres organizados por EYAD, la exploración de una experiencia compartida en sus múltiples dimensiones es un objetivo en sí mismo. Pero a veces, en la Educación de Personas Adultas, la reflexión individual o compartida va más allá de lo previsto.
Hace unos años, cuando en la AEEA empezamos a trabajar sobre el desarrollo de las habilidades para la vida, me reuní con una colega danesa que me habló de un curso de manualidades llamado "Reciclando el diseño".
"El objetivo general del curso es que las mujeres se conozcan gracias a su interés en la costura y el uso de materiales reciclados", explica. "Pero también ocurren muchas otras cosas: hablan en danés, practican el idioma y se familiarizan con el funcionamiento de la sociedad. Hablan de la guardería, de cómo ir al dentista...". Quizá lo más sorprendente fue que las participantes decidieran espontáneamente organizar juntas una visita al Parlamento, todo ello como resultado de un curso que aparentemente era de costura.
" Creo que ahora tengo dos países", continúa la reflexión en el póster de la exposición.
¿Qué nos llevamos y qué dejamos atrás?
"¿Qué fue importante para ti meter en la maleta cuando te mudaste a Bélgica?", pregunta Carolina Rodríguez, que junto a Pascale Missenheim trabaja como educadora y coordina "Nacid@s en otro lugar".
Sucedió que el día en que mi colega y yo nos encontrábamos de visita, el propio alumnado estaba allí para recorrer la exposición y compartir sus reflexiones con Carolina. Al principio dudamos en entrar, por miedo a romper la magia o interrumpir el espacio compartido por el alumnado, pero nos invitaron a participar. También descubrimos que el trabajo en la exposición era continuo, quizás nunca se concibió como algo que pudiera acabarse por completo. Como nos explicó Carolina, era importante que la exposición fuera el resultado de la cocreación y que tuviera en cuenta la diversidad cultural y lingüística de sus participantes; fuimos conscientes de ello cuando vimos al alumnado escribir en la pared la traducción de la palabra "tradiciones" en varios idiomas.
"Ojalá hubiera metido en la maleta zapatos más calientes", escribió una de las personas participantes en una postal incluida en la exposición. Otras fueron menos pragmáticas y mencionaron las tradiciones que echaban de menos o los miembros de la familia a los que ya no podrían ver. Cuando salíamos de la exposición, pensé en las múltiples ocasiones en que compartíamos reflexiones similares con mis compañeras durante las clases de idiomas o con el alumnado cuando trabajaba como educadora de personas adultas. Recordé a algunas de mis compañeras de Bruselas, que echaban de menos el "espíritu de comunidad" de sus barrios en la India o a mis estudiantes de Ucrania en Polonia, que se esforzaban por dedicar tiempo a celebrar las fiestas ortodoxas, por no hablar de visitar a sus familiares.
A quienes también " nacisteis en otro lugar", ¿qué os pareció importante traer y qué tuvisteis que dejar atrás?
Pictures: Aleksandra Kozyra, EAEA
Skvelý článok !
Ďakujeme za zdieľanie @Peter Maľa.