Destinos hasta la Isla de la Felicidad en radio Alberquilla
Han pasado dos años, el 18 de noviembre del 2019 quedará marcado en rojo en el cuaderno de bitácoras de nuestra nave de los deseos, Radio Alberquilla.
Ese lunes, la tripulación experimentó sensaciones que hasta ahora no se habían producido. El día a día en la radio, realizando el trabajo radiofónico del que es capaz hasta ahora, no había tenido la posibilidad de tener tan de cerca la desgracia humana. Ese lunes de noviembre, cambió posiblemente nuestra percepción de las cosas que se cuecen fuera de nuestras cómodas vidas de gentes normales.
La Luz que Noura irradió en el estudio desde que llegó, sigue aún encendida a pesar de las horas que han pasado desde entonces. Hemos palpado como grupo humano y de manera individual, las secuelas de la sinrazón de nuestra especie, cebada en este caso que nos ocupa, en Siria.
Noura es mujer, es esposa y es madre, pero también es una refugiada. Una cabeza de esas familias que, hasta el día de la grabación, veíamos en las televisiones atravesando fronteras como si eso fuera lo más fácil del mundo. Familias enteras destrozadas, separadas y rotas en mil pedazos por una maquinaria bélica que los hombres, por el simple hecho del poder y la ambición, alimentamos con conflictos, ajenos todos, a las voluntades de los habitantes que los padecen. Tan solo esa detestable obsesión por matar, de odio por el odio, está en la cabeza de unos pocos, defensores de unos intereses espurios o cuanto menos indecentes.
El rostro de nuestra invitada, palpable con nuestras propias manos, ha removido conciencias. Las nuestras las primeras. El equipo de Radio Alberquilla, desde esa mañana de lunes, valorará más si cabe, las mochilas que nuestros entrevistables traigan cargadas de sinsabores.
Hemos dado un paso de gigante en nuestras ya dilatadas vidas. La cercanía del dolor, nos ha hecho más humanos, más sensibles. La satisfacción que reflejábamos todos, entrevistadores y entrevistada después de la grabación, se hizo patente cuando compartíamos, ya relajados del momento, un simple café. ¡Cuanto une un simple café y cuanto separa una bala!
Nuestra nave navega con un destino fijo y claro. Nuestro mapa tiene marcado una isla como objetivo de la travesía. La Isla de la Felicidad. Pero antes de llegar hasta ella, habremos de pasar por otros destinos que nos encontraremos en el camino. Los puertos que hemos dejado atrás, nos han servido para reparar la nave y para repostar víveres. Sabemos que en la singladura que llevamos, estarán los muelles del Desánimo, el de Sinsabores, el de Los Incomprendidos y alguno que otro más, pero sabiendo como sabemos que la meta está cerca, nuestro trabajo a bordo, sencillamente es mera satisfacción.
Crecemos, nos superamos y con nuestras horas de navegación por este mundo de Dios, que no son pocas, hacemos de nuestro hobby radiofónico, sea un bastón importante en nuestras particulares agendas.
“Ladran Sancho, luego cabalgamos”, dijo supuestamente Don Quijote a su escudero. Pues eso mismo nos lo podríamos aplicar nosotros, aunque más actualizado. “Sentimos la brisa, luego navegamos”.
Autor: Emilio Plazas Cuevas