EPALE - Plataforma electrónica de aprendizaje de adultos en Europa

Breve biografía

Empecé como orientador profesional y psicólogo. También he trabajado en un centro juvenil de Mission Locale y en un centro de evaluación de competencias. Desde hace 40 años me dedico a apoyar a las personas en su trayectoria profesional. También he creado la Asociación KELVOA, que se centra en temas de apoyo en Europa, y he trabajado en el desarrollo profesional y el diseño de planes de apoyo.

Mi historia

Tratar de imaginar el futuro de la educación de adultos implica identificar las grandes transformaciones sociales en juego, sus impactos visibles y los que pueden preverse a medio plazo. Nuestra época es más incierta que nunca: la aceleración de las innovaciones tecnológicas (IA en particular); los cambios en el contenido y las formas de empleo; las carreras cada vez menos lineales; las consecuencias del calentamiento global; los cambios en los usos; los cambios en las formas de aprender, etc. En este breve y necesariamente reducido panorama, hay varias cuestiones que me parecen cruciales.

En primer lugar, considerar el aprendizaje permanente como una necesidad compartida por todos es un atajo engañoso. También puede verse como una propuesta más en Europa, donde el sentimiento de desigualdad es muy fuerte. La acción pública se ve a menudo socavada. Así pues, no basta con pensar que la formación es necesaria para que todos crean en ella.

Hay dos palancas importantes:

1. Romper con el enfoque vertical del conocimiento (enseñar, convencer), que ahora está mostrando sus limitaciones, y desarrollar vías para que los ciudadanos se impliquen en estos debates y procesos. Esto implica procedimientos de negociación y arbitraje diferentes. También plantea cuestiones sobre el enfoque del formador y su transición de experto a mediador y facilitador.
2. Repensar el proceso de apropiación del conocimiento a la luz de las nuevas formas de aprendizaje y de la gran variedad de recursos disponibles. ¿Cómo gestionar estos recursos para todos y en todas partes? El reto consiste en permitir que todo el mundo aprenda a lo largo de su vida, y no sólo a través de la formación. Hay que tener en cuenta todas las formas de desarrollo de las competencias.

En segundo lugar, el desarrollo de la IA plantea la cuestión de si los seres humanos pueden ser sustituidos. Puede que sea un cliché de ciencia ficción, pero ya es una realidad. En términos más generales, exigirá una nueva forma de organizar el trabajo y una redefinición de cómo se toman las decisiones.

Ante esto, la cuestión no es sólo de formación, sino más bien de adaptación constante a la nueva relación entre nuestro dominio de la inteligencia tecnológica (programándola, cuestionándola, desconfiando de ella, etc.) y lo que los humanos diseñan, crean y deciden. Es evidente que el ritmo del cambio se ha acelerado hasta tal punto que no sabemos realmente qué transformaciones traerán consigo estos avances. También tendremos que lidiar con la ansiedad que esto ya está generando.

Hay que abandonar el enfoque basado en la empleabilidad e introducir sistemas de orientación permanente que tengan sentido para todos. Jean Guichard distingue entre la orientación para la empleabilidad (encontrar un lugar en el mercado laboral) y el apoyo a preguntas más específicas: "¿Qué tipo de vida laboral puede dar sentido y perspectiva a mi existencia?". Estas preguntas abren la puerta a otros retos para el futuro. De qué manera el problema del cambio climático y sus múltiples implicaciones en nuestra vida cotidiana nos obligarán a replantearnos la cuestión del respeto por el bien común y las actividades laborales con menor impacto.

En términos más generales, esto podría abrir debates fructíferos entre las concepciones del éxito individual y la competencia (lograr la realización en el trabajo a través del rendimiento) y cuestiones más colectivas e integradoras (¿cómo apoya mi trabajo la ética y la equidad?  ¿Cuáles son las repercusiones en términos de inclusión?).

Aunque las cuestiones de justicia social estarán más presentes que nunca, también llegan en un momento en el que la desconfianza y la sospecha en la sociedad nos llevan a cuestionar la información a la que nos enfrentamos. Formar nuestro propio punto de vista, cuestionar la fiabilidad de las fuentes, estar abiertos al debate... son cuestiones que estarán en el centro del aprendizaje permanente en el futuro.

¿Tres competencias necesarias para el futuro?

• Aprender de la experiencia (acción y reflexividad).
• Construir un punto de vista bien razonado (análisis de fuentes, pensamiento crítico, apertura a la controversia).
• Tener en cuenta el impacto de tus acciones (individuales, colectivas, etc.) y reajustarlas constantemente.